martes, 17 de marzo de 2009

Recordando a Dona Juana,


Me acerco a este escrito con una porción de nostalgia y una de añoranza. Las visitas con Mama Juana, una matriarca del área de Isabela, siempre eran agradables. Dona Juana se dedicó junto a su esposo por muchos años a cultivar la tierra que les daba el sustento, fueron una familia agrícola puertorriqueña, miembros de la clase diaspórica, parte de los que regresaron por añoranza o necesidad a la tierra que les daba el boniato. En la naturaleza de su propia subsistencia, lograron conocer todos los espacios dentro de su finca familiar (de 1 cuerda), cultivar con éxito sus productos y mercadearlos efectivamente. El producto de una vida de trabajo, les brindo abundancia y la capacidad de multiplicar los alimentos que tocaban, como los panes y los peces. Según entiendo, hasta sus últimos días en los cuales disfrutaron ambos una vida plena y saludable, nunca faltó el pan o el dinero y siempre paraban transeúntes y mercaderes a buscar sus productos. Como es natural de pensar, ejercía sus labores y derechos como una ciudadana del mundo y el ambiente natural, con humillación, sencillez y responsabilidad.

Doña Juana es nuestra heroína hortícola por excelencia. Quien trabajaba a diario su huerto y jardines de manera natural, no como una tarea ardua, ni como un pesar o profesión, sino como parte de su rutina natural. Quien conocía todas las plantas que habitaban su huerto y su batey, conociendo sus propiedades medicinales, métodos de propagación y micro climas ideales. Sin pensar demás en el estado de las cosas, ni tener que describir todas las interacciones que observaba, preservaba ese tesoro que le regaló la vida, como un secreto preciado que le llenaba y no le hacia superior. Algunos le llamarían inclusive analfabeta, por que no conocía de especies y descripciones latinas. Esta apreciación no podría ser mas errada, si analizáramos el ejemplo de Juana como horticultora, partiendo del conocimiento y la práctica de 9 décadas de trabajo -que levantó una familia abundante y profesional- descubriríamos que toda las batallas del ego, del ansia de reconocimiento y aplauso son nulas y definitivamente innecesarias para alguien que trabaja la tierra, protege la naturaleza y crea un mejor mundo desde su jardín. La ética del trabajo, la sencillez, el amor por lo propio y el respeto por lo ajeno, el órden y la práctica dedicada, deben ser cualidades que cada persona cultive en sus jardines interiores, de hecho mas fáciles de obtener con la sensibilidad que nos regala la horticultura. Que siempre viva la memoria de dona Juana en todos nosotrxs. Hasta la próxima.

2 comentarios:

jrortiz dijo...

Muy interesante la historia de Doña Juana y quiero señalar que de la misma manera en que Juana vivia de su tierra hay muchas personas que lo han hecho y se an sacrificado por nosotro es importante que les demos merito a estas personas y mucho mas importante darle meritos a personas que siguen sus ejemplos SALUDOS

Aureliano Buendia dijo...

gracias por tu comentario. La tradicion es uno de los valores que es importante reforzar en nuestra cultura, tambien el respeto y el trabajo. Gracias por visitar.